Viajar por Sudamérica es una aventura que combina libertad, carretera y algunos de los paisajes más sobrecogedores del planeta. Desde los Andes infinitos hasta las lagunas altiplánicas y los pueblos que parecen flotar entre las nubes, cada curva del camino ofrece una postal distinta.
Pero entre tanta belleza, aparece un desafío que todo viajero acaba enfrentando tarde o temprano: el mal de altura; un fenómeno que no solo afecta a las personas, sino también a los vehículos.
En la ruta, uno aprende rápido que el cuerpo y el motor reaccionan distinto cuando falta oxígeno. Respirar cuesta un poco más, caminar se hace más lento, el corazón late más rápido y el motor también parece “fatigarse”. La buena noticia es que —igual que nosotros— el vehículo también puede adaptarse, si sabemos cómo cuidarlo.
¿Qué es el mal de altura?
El mal de altura, también conocido como apunamiento o soroche, aparece cuando el cuerpo no recibe suficiente oxígeno debido a la menor presión atmosférica. A partir de los 2.500 metros sobre el nivel del mar, el aire contiene menos oxígeno por cada respiración, y el cuerpo tiene que esforzarse más para oxigenar los músculos y el cerebro.
Esta falta de oxígeno provoca lo que médicamente se llama hipoxia, una condición temporal que puede causar desde dolor de cabeza leve hasta síntomas más serios si se sube muy rápido o sin aclimatarse.
En Sudamérica, esto es parte del viaje. Muchos de los destinos más espectaculares están en zonas altas: Cusco, La Paz, Uyuni, Puno, Purmamarca, San Pedro de Atacama, el altiplano chileno o boliviano… En casi cualquier ruta andina, en algún momento cruzarás los 3.000 o incluso 4.000 metros.

Síntomas más comunes
Los síntomas del mal de altura varían según la persona y la rapidez con la que asciende, pero los más comunes son:
- Dolor de cabeza punzante o presión en las sienes.
- Náuseas o malestar estomacal.
- Mareo, sensación de vértigo o inestabilidad.
- Cansancio extremo o debilidad muscular.
- Dificultad para dormir o sueño muy ligero.
- Falta de apetito.
- Falta de aire incluso con esfuerzos leves.
Normalmente aparecen entre las 6 y 24 horas después del ascenso y suelen mejorar tras uno o dos días de aclimatación. Sin embargo, si los síntomas se agravan (confusión, vómitos, dificultad para respirar), lo más sensato es descender unos cientos de metros y buscar atención médica.

Cómo prevenir y aliviar el mal de altura
El cuerpo humano necesita tiempo para adaptarse. La clave está en subir despacio y escuchar las señales. Si estás viajando en vehículo, tienes una ventaja: puedes controlar el ritmo y elegir dónde parar a dormir.
Aquí van algunas recomendaciones útiles:
Antes de subir
- Asciende gradualmente. No pases del nivel del mar a 4.000 metros en un solo día. Si puedes, haz paradas intermedias para dormir a menor altura.
- Mantente hidratado. La altura deshidrata más rápido de lo que parece, especialmente por el aire seco.
- Evita alcohol y comidas pesadas. El sistema digestivo trabaja más lento en altura.
- Descansa bien antes del ascenso. Dormir poco o viajar de noche puede agravar los síntomas.
- Infórmate del destino. Los locales tienen remedios tradicionales muy efectivos (como la coca o la muña).


Durante la estancia
- Mastica hojas de coca o toma mate de coca. Es el remedio más popular en Bolivia y Perú, y ayuda a aliviar síntomas leves.
- Prueba el mate de muña. Es una planta andina con propiedades digestivas y analgésicas.
- Muévete despacio y come ligero. Dale tiempo al cuerpo para aclimatarse.
- Evita esfuerzos físicos el primer día. Aunque te sientas bien, no te precipites.
- Toma paracetamol o ibuprofeno si el dolor de cabeza es fuerte.
- Si los síntomas empeoran, baja. No hay que intentar “aguantar”: descender unos cientos de metros puede hacer la diferencia.
Algunos viajeros usan acetazolamida (Diamox), un medicamento que ayuda a acelerar la adaptación, pero solo debería tomarse bajo indicación médica.

Zonas de Sudamérica donde conviene tener cuidado
El mal de altura no aparece solo en los Andes centrales. Hay muchas zonas en el continente donde los 3.000 metros son parte del paisaje. Estas son algunas de las más conocidas:
🇦🇷 Norte de Argentina: Purmamarca (2.300 m), Tilcara (2.500 m), Humahuaca (2.900 m), Iruya (2.800 m) y Salinas Grandes (3.400 m).
🇧🇴 Bolivia: Uyuni (3.600 m), Potosí (4.000 m), La Paz (3.650 m), altiplano y alrededores del Lago Poopó.
🇵🇪 Perú: Cusco (3.400 m), Puno (3.800 m), Lago Titicaca y el Valle Sagrado.
🇨🇱 Chile: San Pedro de Atacama (2.400 m), Geysers del Tatio (4.300 m), lagunas altiplánicas y Paso de Jama.
🇪🇨 Ecuador: Quito (2.850 m), Cotopaxi (3.800 m) y Chimborazo (más de 4.000 m en algunas rutas).
Una de las subidas más exigentes que sufrimos fue el Paso de Jama, entre Argentina y Chile: en pocas horas se pasa de 1.200 a más de 4.800 metros. El paisaje es sobrecogedor, pero tanto el cuerpo como el motor lo notan.

Consejos prácticos para quienes viajan en vehículo
Viajar en vehículo por los Andes —ya sea furgoneta, auto o moto— tiene ventajas frente a otros tipos de viaje: puedes subir gradualmente, descansar dentro del vehículo y controlar el ritmo. Pero también hay aspectos mecánicos que conviene tener en cuenta, sobre todo en altura.
Motores diésel vs gasolina
- Motores diésel: son más sensibles a la calidad del aire y del combustible. En altura, el aire contiene menos oxígeno, lo que puede afectar la combustión y reducir la potencia. Los motores con turbo lo compensan mejor, ya que el turbocompresor ayuda a introducir aire adicional.
👉 Un consejo: evita exigir al motor; usa marchas cortas y mantén las revoluciones moderadas.
- Motores gasolina: suelen tolerar mejor la altura, pero también pierden potencia (entre un 3% y un 5% por cada 300 metros de altitud). Algunos vehículos modernos con inyección electrónica ajustan automáticamente la mezcla aire/combustible, lo que mejora el rendimiento.
Cuida el sistema de refrigeración
Como el aire tiene menos oxígeno y menos capacidad para absorber calor, el motor se refrigera peor y puede sobrecalentarse.
- Verifica que el líquido refrigerante esté al nivel correcto y que el ventilador del radiador funcione bien.
- Evita subir puertos largos a altas revoluciones durante mucho tiempo.

No apures el tanque
En altura el consumo puede aumentar y las estaciones escasean, así que intenta repostar cuando tengas un cuarto de tanque.
Vigila el arranque en frío
En zonas de gran altura y bajas temperaturas (como el altiplano), el diésel puede espesarse.
- Usa aditivos anticongelantes para diésel si viajas en invierno o duermes a más de 3.000 msnm.
- Si tu vehículo es de gasolina, evita dejarlo muchos días sin arrancar: el aire seco y frío puede afectar bujías y batería.

Ajusta la conducción
- No fuerces el acelerador: la mezcla se vuelve más pobre y el motor “respira peor”.
- Conduce suave, sin acelerones ni frenadas bruscas.
- En descensos largos, usa el freno motor: los frenos pueden calentarse más rápido por la menor densidad del aire.
Aprovecha la ventaja del vehículo
Tener tu propio refugio ayuda mucho: puedes descansar mejor, evitar cambios bruscos de temperatura y aclimatarse más cómodamente.
Hay un dicho entre los viajeros andinos que dice: “sube alto, pero duerme bajo”, una regla no escrita que ayuda al cuerpo a aclimatarse mejor: explorar durante el día a mayor altitud, pero descansar unas centenas de metros más abajo para que el organismo se recupere.

El mal de altura no es algo que deba asustarte, sino algo que te enseña.
Te enseña a viajar más despacio, a escuchar al cuerpo y a respetar el entorno. A entender que la montaña tiene su propio ritmo, y que subir a 4.000 metros no es una carrera, sino un proceso.
Cuando por fin el cuerpo se adapta y respiras tranquilo en pleno altiplano, todo cobra sentido: el silencio, el cielo inmenso y esa sensación de estar en otro planeta te recuerdan que viajar por Sudamérica también es aprender que incluso el aire —cuando falta— puede convertirse en una lección de humildad.